El Paraguay debe impulsar una dinámica política de expansión del
comercio a través de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Los crecientes
excedentes exportables de granos hacen imperativo consolidar este
sistema de transporte masivo, dado que es –entre los modos existentes-
el más barato. La idea de concretar una línea ferrocarrilera de cargas
entre Puerto Presidente Franco y Curupaity, un puerto de aguas profundas
sobre el río Paraguay, es complementaria de la hidrovía, al igual que
la nueva terminal portuaria privada a construirse aguas abajo del ejido
municipal de Pilar.
Son obras que requieren grandes inversiones y
que deben ser funcionales a la realidad del movimiento de cargas. Hasta
ahora, el ferrocarril y la hidrovía funcionan en una sola dirección y
en forma estacional: hacia el Atlántico y durante las grandes zafras
graneleras. Hace falta una corriente inversa que complete las cuentas de
los grandes transportadores fluviales. Ese rubro podría ser la alúmina
que, de radicarse Rio Tinto Alcan en el Paraguay, necesitará importar en
grandes cantidades del Brasil. Se estima que para abastecer la planta a
ser construida entre Puerto Presidente Franco y Encarnación serán
necesarias entre 1,2 y 1,5 millones de toneladas anuales de la materia
prima intermedia.
Semejante volumen llena convenientemente los
viajes de vuelta de los grandes trenes de barcazas que alijan en los
puertos del Plata. Una de las principales inversiones que debería hacer
el Estado paraguayo en pro de la Hidrovía es un equipo de dragado de
última generación. Esta necesidad se siente con cada bajante del río
cuando afloran los pasos difíciles y desaparecen con las crecidas. No
tardaremos en comprobar lo primero ya que se habla de una disminución
estacional del caudal y, como repitiendo un guión ya escrito, comenzarán
las quejas por falta de dragado y la dependencia de equipo argentino
que hace la faena. Es hora de romper este círculo vicioso y poner manos a
la obra. Dicen que una draga como la que se necesita no supera los US$
10 millones.
La otra inversión será una campaña nacional -y
sobre todo internacional- que ilustre el derecho paraguayo inalienable a
la libre navegación de los ríos de curso internacional. No es algo
anacrónico. Los argentinos se encargan de renovar esta agresión cada vez
que pueden, fomentando huelgas en puertos, bloqueos de prácticos y
fastidios por el estilo. La Argentina debe quedar en evidencia que, cada
vez que puede, nos hace la vida imposible en ríos y rutas. Por eso la
campaña internacional, que exponga al mundo el hecho de que la Hidrovía
no es un corredor cedido a capricho por nuestros vecinos sino una ruta
internacional expedita y consolidada por tratados de libre navegación en
plena vigencia. Ni más ni menos.
Fuente: 5días
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